¿Qué carajo hago yéndome hasta un pueblo perdido de Suiza solamente para ver a Thunder y H.E.A.T., dos bandas casi desconocidas a los ojos del gran público?.
Incluso yo me hice esa misma pregunta, una
vez dentro del recinto del festival, y después de haber tenido que sortear
algunos problemas logísticos que me hicieron temer el poder llegar hasta allí.
Pero mi (auto) respuesta fue inmediata: ¿acaso hay algo mejor para una noche de
verano que estar en un entorno maravilloso viendo a dos bandas auténticas de
rock (de esas sin colorantes ni conservantes…) demostrando su clase encima de
un escenario?
Porque…¡qué demonios, amigos! Ya sabéis
que, cuando se trata de música, el corazón impera sobre la cabeza. Y, el tener la
posibilidad de disfrutar de una noche como ésta, puede con cualquier inconveniente
que surja por el camino. Así que, si me preguntáis que si mereció la pena, os diría que ¡vaya que si la mereció!
Brienz es un pueblo idílico, de esos casi de cuento, bajo las montañas y a orillas de un precioso lago con el mismo nombre. Un sitio ideal para una gran velada de classic rock. Y su “BrienzerseeRock Festival” celebraba este año la edición número 28, que se dice pronto. Pero confieso que, hasta hace algunos meses, no tenía la más remota idea de su existencia.
Hace tiempo que tenía entre ceja y ceja ver
a Thunder, un grupo al que adoro desde que me conquistaron a principios de los
90 con sus dos óperas primas (“Backstreet Symphony” y “Laughing On Judgement
Day”) y que este 2015 han retornado discográficamente por la puerta grande, con
el fantástico “Wonder Days”. Pero su situación de “semi-retirement since 2009”,
como ellos mismos señalan en su perfil de twitter, hace que no sea fácil cazarlos
en directo. Así que, la no inclusión de España en la mini gira de presentación
del citado “Wonder Days”, fue lo que me hizo ponerme a valorar otras opciones. Y, la
presencia de H.E.A.T. compartiendo escenario con ellos, terminó por convencerme
a la hora de decantarme por ésta.
Porque, ¿de H.E.A.T.? ¿Qué os puedo
contar de H.E.A.T.? Pues que me tienen ganado desde que mis oídos se toparon con
ellos hace algunos años. “REMEMBER THE
80'S? SO DOES H.E.A.T! SWEDEN'S MELODIC-ROCK-SENSATION. GIANT
ARENA-ROCK WITH BIG BALLS!” decía la pegatina publicitaria que acompañaba a uno
de sus discos. Y ¡doy fe de todo ello! Reconozco que me produce bastante pereza
escuchar y seguir la pista a grupos nuevos. Pero, en el caso de H.E.A.T. es distinto.
Estos tíos tienen algo que les hace ponerse por encima del resto.
El “Brienzersee Rock Festival 2015” se celebraba en tres jornadas, pero yo sólo acudí a la primera de ellas. En el cartel de ese día, viernes 7 de agosto, aparte de mis dos objetivos, figuraban otras tres bandas, todas ellas suizas y desconocidas para mí: Glowing Shelter, Crystal Ball y Maxxwell. Únicamente pude ver a estos últimos y he de decir que, con su hard-rock de influencia cercana a los añorados Skid Row, me sirvieron perfectamente para entrar en calor y meterme de lleno en la velada.
El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, creando una preciosa estampa sobre el lago, cuando comenzó a sonar “The Heat is On”, el famoso tema de Glenn Frey, que sirvió de preludio a la salida de H.E.A.T. a escena. Y, desde el primer minuto en que los suecos se hicieron dueños de las tablas, se vio que la cosa iba en serio. Que lo íbamos a pasar bien. Como os comentaba arriba, antes de verlos en directo, ya tenía la sospecha de que estos tipos eran buenos. Pero nunca pensé que lo fueran tanto...¡¡¡Qué barbaridad de concierto se marcaron!!! ¡¡¡Un auténtico torbellino encima del escenario!!!
Su rock melódico, a caballo entre Def Leppard, Bon Jovi, Europe, e incluso los primeros Guns N’ Roses, hace que su propuesta sea muy accesible para cualquiera que los tenga delante. Y sus cuatro fantásticos discos, les dan material suficiente como para diseñar un setlist lleno de grandes canciones. Algunas de ellas (“A Shot At Redemption”, “In and Out of Trouble” o “It's All About Tonight”), verdaderos hits que deberían llenarles los bolsillos de oro, si no fuera por lo siempre injusto que es el mundo de la música.
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Y aun supuestamente quedaba lo mejor. Ni más ni menos que el motivo por el que había ido hasta Suiza: ver a los míticos Thunder. Pero, entre que no debe ser fácil salir a escena cuando el grupo que te antecede acaba de poner patas arriba el festival como lo hicieron H.E.A.T., y que mentalmente yo ya tenía el listón muy alto, el concierto de los británicos se tornó en una pequeña decepción.
Y no quiero con esto decir que fuera malo, todo lo contrario. Thunder, aún sin querer, destilan classic rock por todos sus poros y tienen un repertorio y un hacer sobre las tablas que ya quisieran muchos. Pero a nivel de energía, de “feeling”, no llegaron al punto donde H.E.A.T. lo habían dejado. Estoy seguro de que, si el orden de actuación hubiese sido el contrario, su propuesta me habría llenado mucho más. Pero, fue como fue, y aun así, su show tuvo clase a raudales y muy buenos momentos (“Resurrection Day”, “Broken”, “Love Walked In” o el bis con “Higher Ground” y “Dirty Love”). Espero tener la ocasión de verlos de nuevo. Y eso sí, a poder ser, con unos teloneros peores que los de esta noche a orillas del precioso lago Brienz…
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