Yo estuve allí!!!! Sí, amigos… Este año,
a falta de Stones, tenía un acontecimiento conciertístico marcado por encima
del resto. Y era, ni más ni menos que poder ver a Clapton celebrando su 70 cumpleaños
en el Royal Albert Hall. Así que, cuando surgió la oportunidad, me hice no con
uno, sino con dos tickets para dos días distintos, de la serie del total de siete
programados en Londres (Nueva York tuvo otros dos).
En el primero de ellos a los que asistí (el viernes 15/05/2015) quiso que se dieran dos casualidades: Clapton celebraba su
show número 200 en este mítico recinto y su amigo BB.King acababa de morir la
noche antes. Ello, unido a que era mi primera vez con Mr. Slowhand y que mi
localidad estaba situada a escasos metros de él, hizo que el show tuviera
especial emoción (creo que por ambas partes) y una magia inolvidable e
indescriptible de relatar.
Dos días más tarde, el domingo17/05/2015, repetí. En un sitio algo más alejado y sin el factor sorpresa de la
anterior ocasión. Pero, de nuevo, siendo consciente de que estaba asistiendo a un
show único. De esos que no se olvidan. La ceremonia fue muy parecida a la del
viernes, con Clapton dando lección tras lección y alguna mínima variación en el
setlist (“Tell The Truth” en lugar de “I Shot The Sheriff”). Con una banda de
quitarse el sombrero (tremenda la sección rítmica de Nathan East y Steve Gadd y
un lujo Paul Carrack y Chris Stainton a los teclados) y en un recinto maravilloso
(quizás el más bonito y con mejor acústica en el que yo nunca haya visto un
concierto).
Cuando justo se cumplen cuatro meses de
aquellas inolvidables noches, se estrena en cines de todo el mundo, la película
con la grabación de los conciertos. Sé que su visionado me valdrá para recordar
y reforzar lo vivido. Y sé que volveré a disfrutarlo enormemente.
En los últimos tiempos, Eric ha ido
dejando caer en cada entrevista que le queda poco encima de los escenarios. Parece que no
pretende dejar de grabar, pero sí cree que setenta años son ya suficientes como
para parar de una vez esas interminables giras. Quizás cumpla este deseo. O
quizás no sea capaz de ello porque, de vez en cuando, le pique el gusanillo y sienta
la necesidad de subirse otra vez a las tablas. Si fuera así, allí intentaré
estar de nuevo. Pero, por si acaso, me guardaré como oro en paño en la memoria estas
dos noches de mayo en el Royal Albert Hall.
No hay comentarios:
Publicar un comentario