Son ya unas cuantas ediciones del Azkena las que llevo
a mis espaldas y he de decir que, sin duda, ésta ha sido la mejor de todas
ellas. La más compensada y de más alta calidad desde el punto de vista musical.
Aquella en la que mejor han sonado todos y cada uno de los conciertos a los que
he podido asistir. Y en la que he percibido un mayor cariño y buen hacer por
parte de la organización.
Porque sí, lo más importante es la música. En eso estamos
de acuerdo. Pero, si además de ser ésta de excelente nivel, le pones un mimo y
un cuidado especial a todo lo que la rodea, entonces es cuando llevas todas las
de ganar: recinto amplio y sin agobios (salvo momentos muy puntuales), cuidada
y detallista decoración (el recuerdo en los escenarios a los músicos “caídos”
durante el año es de chapó), ausencia de colas para ir al baño o pedir comida y
bebida (el sistema cashless funcionó a las mil maravillas), actividades
paralelas tremendamente atractivas (bravo por la nueva zona “Trashville”, todo
un acierto) y un ambiente en el que se respira pasión por la música. De verdad
que me cuesta mucho pensar, ahora mismo, en otro evento que pueda ofrecer más,
a alguien como yo, de lo que este Azkena ofrece.
VIERNES 23
Me hubiera gustado llegar a tiempo de ver a los
Godfathers, pero no pudo ser. Así que, nuestra primera toma de contacto con el
festival se produjo con The Shelters. Banda joven y de la que apenas teníamos
noticias, más allá de saber que venía apadrinada y producida por el gran Tom
Petty. Sonaron frescos y se les nota con ganas de comerse el mundo. Nos
gustaron. Habrá que tener la vista puesta sobre ellos en el futuro.
Finalizados The Shelters, tenía dudas sobre si ver a
Crank County Daredevils o a King’s X y, al final, me decanté por estos últimos.
Reconozco que no soy fan, pero su propuesta me llamaba bastante la atención. Y,
sin llegar a volarme la cabeza, he de decir que para nada me desencantaron.
Aunque, mediada su actuación, mi mente estaba puesta ya en la tarea de ir a
coger buen sitio para uno de los platos fuertes de la noche: Cheap Trick.
No pude verlos en su anterior visita de 2011 y tenía
muchas ganas de hacerlo. Su sola aparición por el escenario, ya hizo que mis
ojos comenzaran a brillar y una amplia sonrisa se posicionase sobre mi cara. La
cosa pintaba bien y para nada me decepcionaron. Puro divertimento desde su “Hello
There” inicial, con un Rick Nielsen pletórico a la guitarra. Y un final del show con “I Want
You to Want Me”, “Dream Police” y “Surrender” que fue de auténtico escándalo.
¡Bravo por ellos!
Y he de decir que, el ratillo que los prestamos atención, para nada nos parecieron malos musicalmente. Pero, no sé por qué, no conseguimos conectar del todo con su propuesta. Quizás en un club pequeño la cosa hubiera sido distinta pero aquí, me dio la sensación de que el escenario se les quedaba un poquito grande. Así que, a mitad de show decidimos cambiar el objetivo y darnos una vuelta por la carpa del “Trashville”.
Nada más entrar en ella, el
asombro se apoderó de nosotros: decoración minuciosa (luz tenue, cortinas,
vidrieras, madera,…), ambiente cargado y dos tíos (batería y guitarra) con
máscaras, llamados “The Cyborgs”, subidos sobre un pequeño escenario haciendo boogie-blues
pantanoso. ¡Diablos! ¡Aquello era como estar en “La teta enroscada” de “Abierto
hasta el amanecer”! ¡Sólo faltaba que apareciese por allí Salma Hayek con la
serpiente! ¡Qué momentazo, amigos! ¡Tremendo!
Y con ello, llegó la hora del gran capo del día: Mr. John Fogerty. Era mi tercera vez con él y, por tanto, el factor sorpresa de la primera (aquella mágica noche de julio de 2009 en Madrid), no podía ser el mismo. Pero aun así, para mí, ver a Fogerty es como ver a los Stones, a McCartney o a los Who. Es asistir a una clase práctica sobre la historia de la música moderna. Un lujo que sería delito desaprovechar.
Y con ello, llegó la hora del gran capo del día: Mr. John Fogerty. Era mi tercera vez con él y, por tanto, el factor sorpresa de la primera (aquella mágica noche de julio de 2009 en Madrid), no podía ser el mismo. Pero aun así, para mí, ver a Fogerty es como ver a los Stones, a McCartney o a los Who. Es asistir a una clase práctica sobre la historia de la música moderna. Un lujo que sería delito desaprovechar.
Y el tipo, con 72 años
a sus espaldas (que ya quisieran muchos…), vino, vio y venció. Espléndido de
forma física y voz, acompañado de una banda de muchos quilates (espectacular su
inseparable batería Kenny Aronoff) y con un set list a la altura de los tres nombrados arriba y pocos más. Un auténtico placer que esperamos pueda
repetirse.
El reloj apuntaba ya a las 2 de la mañana y el
cansancio por el madrugón, el viaje y el tute del día comenzaba a hacer mella.
Pero aún quedaba otro as bajo la manga, antes de dar por concluida la jornada: The
Hellacopters. El año pasado, me gustaron mucho. En parte, porque los tíos lo
valen. Y, en parte, por la agradable noticia de su aparición en el cartel a
última hora, después de tanto tiempo separados.
Y, he de decir que, este año,
para nada fue un mal show. Pero, su actuación, quedó un listón por debajo.
Quizás por nuestro cansancio y lo intempestivo de la hora. O quizás por la
ausencia de ese mismo factor sorpresa que comentábamos arriba. Aun así,
esperemos que esta nueva reunión no quede en aguas de borraja y podamos verles
de nuevo pronto y, a poder ser, en sala.
SÁBADO 24 DE JUNIO
Otra de las cosas que hace especial al Azkena, son sus clásicos conciertos matutinos en la Plaza de la Virgen Blanca. Hay que reconocer que, año tras año, la organización tiene un tiento especial programándolos, seleccionando bandas a las que, el lugar y la hora, les viene que ni pintado. Y, en esta ocasión, no fue menos. Pat Capocci, un rockabilly venido desde las antípodas, disfrutó (“cuando vuelva a Australia y lo cuente, no se lo van a creer” comentó mientras hacía una foto a la repleta plaza) y nos hizo disfrutar de lo lindo con su marchosa propuesta.
¿Era un tal Andreas Eriksson quién tocaba la guitarra? ¿O era el jodido John Sykes? ¿Era su líder Nathan James quien estaba cantando? ¿O era el mismísimo Coverdale? ¡Carajo! ¡Qué buenos!. Personalmente me quedé con ganas de más y deseando volverlos a ver. Conciertazo el de estos Inglorious.
Sí, es innegable que la banda se encuentra en un estado formidable y quizás en su pico más alto de popularidad. Pero, desde que Stinus no está, siento como que le falta un poco de punch y de épica que antes sí tenían. Su sustituto, Mario Cobo, es un guitarrista formidable. Pero le aporta un aire distinto que, a mí, no me acaba de convencer. Aun así, saldaron su deuda y se despacharon con una hora de clásicos atemporales que hicieron las delicias de los allí presentes.
En esta ocasión, la organización del Azkena les asignó un
horario magnífico (22:00) y les concedió un hueco superior (hora y media) al
resto de bandas, para poder demostrar su potencial. Y ellos no fallaron,
cascándose un concierto memorable. La banda tocó de forma magnífica. Danny
Bowes, cantó como los ángeles, e interactuó constantemente con un público
entregado. Y, cada uno de los temas de su repertorio, sonaron a clásico instantáneo.
¿Qué más se puede pedir?. No diga “classic rock”, ¡diga Thunder!.
Me imagino poder ver a Elvis y lo imaginó
así, como Chris. Con ese derroche de clase, a la altura de muy pocos. Entre
otros muchos clásicos, sonaron “Blue Hotel”, “Somebody’s Crying”, San Francisco
Days”, “Blue Spanish Sky”, “Ring Of Fire” y, por supuesto, un “Wicked Game”, que
hizo que directamente se me pusiese la carne de gallina. Grandioso, amigos.
Era mi cuarta vez con ellos y, aunque las otras tres ya habían sido tremendas, me parecieron un juego de niños al lado de ésta. Nunca les había visto sonando tan bien, tan potentes, tan compenetrados, con tanta energía, tan abrumadores y con tantas ganas…Buff…Han pasado tres días y aún me tienen noqueado. ¡Qué vozarrón el de Astbury! ¡Qué bestia parda Duffy! ¡Qué forma de patear culos! ¡Qué setlist antológico! ¡Qué barbaridad de concierto! Y ¡qué manera tan maravillosa de poner la guinda al festival!
Así sí, Azkena. Enhorabuena a la organización y ojalá sean muchos más años. ¡Qué larga se nos va a hacer la espera hasta junio de 2018!
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo, una de las mejores ediciones, no tanto por la calidad de las bandas (el ARF tiene un pasado esplendoroso en este aspecto) pero sí en cuanto a sonido, instalaciones, entorno, actividades paralelas, wc, colas, comida ... Chapeau!!
Felicidades AzkenaRock.
Solo un pequeño detalle:
Para cuando van a cortar aquel poste de luz del escenario 2 ??!! Dios mio con su caja de registro tapando a menudo al cantante, jeje...
Está claro que, calidad de las bandas, ha habido en todos estos años a raudales. Pero, sinceramente, no recuerdo un cartel tan compensado como éste y en el que los conciertos hayan sonado tan bien. Y a ello cabe añadir que, el resto de aspectos, han sido de notable alto rozando el sobresaliente.
Por cierto, no puedo estar más de acuerdo con el detalle final que aportas. ¿Quién de los presentes no ha pensado, en más de una ocasión, lo mismo respecto al maldito poste de la luz? Menos mal que siempre nos queda la solución de situarnos en el otro lado del escenario...
Un saludo y muchas gracias por comentar!
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