viernes, 28 de diciembre de 2012

Lo mejor de 2012 (I)


Gran cosecha discográfica la de este 2012. Así, sin rodeos ni paliativos. No recuerdo un año, al menos en la última década, en que tantas bandas clásicas se hayan conjurado a la vez para volver al estudio, haciéndolo además, en líneas generales, por la puerta grande. The Cult, Van Halen, ZZ Top, Rush, Aerosmith o Kiss son algunos de estos nombres (por no hacer mención a los dos estupendos nuevos temas de los Stones incluídos en su enésimo recopilatorio). Intentando estos días de atrás poner en orden mis discos favoritos de los últimos 12 meses, me salen no menos de 30 y, como digo, todos ellos de un alto calibre. Vayamos con mi Top Ten:

 
1.- Van Halen - “A Different Kind Of Truth”: ni los más optimistas esperaban un álbum de esta envergadura. Chulesco, cañero y tremendamente clásico y enérgico. Con toda la banda rayando a gran nivel, pero en el que los grandes protagonistas son Eddie y su guitarra, quienes hacen que los fans del classic rock nos sintamos de enhorabuena. Ahora sólo queda que de una vez por todas se dignen en cruzar el charco para venir a presentárnoslo.

2.- ZZ Top – “La Futura”: nueve años después y bajo la batuta maestra de Rick Rubin, nuestro barbudos favoritos han vuelto a poner las cosas en su sitio. Dejando de lado algunos modernismos pasados para ofrecernos nuevamente otra de sus lecciones de boogie-blues-rock tejano, marca de la casa, a través de 10 temas con los que es imposible parar de mover la pierna. Chapeau por ellos!

3.- Loquillo – “La nave de los locos”: Sabino y el Loco, mano a mano de nuevo, en un gran trabajo de rock adulto, oscuro, rabioso y melancólico a partes iguales. Brillantes composiciones, cuidadas letras, impecable producción y una enorme banda con el cuchillo afilado, conforman una obra imprescindible y a la altura de las mejores del que, por mérito propio, es ya un artista imprescindible de nuestra música.

4.- The Cult – “Choice of Weapon”: la relación amor-odio de Astbury y Duffy vuelve a despacharnos otro discazo sobresaliente,de sonido moderno, pero estructuras clásicas. Con influencias variadas de sus anteriores obras (Love, Beyond Good and Evil o el disco homónimo de la cabra se muestran aquí presentes), pero con nuevos y enriquecedores matices (esos pianos a lo Iggy Pop, esos ramalazos cuasi punk de “Honey Fom a Knife”,…) que le hacen distinto a todas ellas. A estas alturas de película, hay una cosa que tenemos ya clara: el Culto no falla.

5.- The Gaslight Anthem – “Handwritten”: fresco, melódico y cañero, siguiendo la estela de su magnífico “The '59 Sound” y con los espíritus de Springsteen y Mike Ness sobrevolando y contribuyendo a darle ese tono épico que manejan como nadie. Sin duda, una de las bandas de las últimas hornadas que más merecen la pena.
6.- Aerosmith – “Music From Another Dimension”: está claro que no es Rocks, Pump, ni Toys in the attic, pero la esperada vuelta de los Toxic Twins suena potente (baladas insulsas aparte) y rockea más de lo que se podría intuir a priori (la mano del viejo compinche Jack Douglas en la producción, no pasa desapercibida). Si bien, el disco peca de largo (15 temas son demasiados) y esa es precisamente su gran pega. De haber eliminado 3 o 4 cortes en el resultado final (las malditas baladas insulsas!), les habría quedado un álbum de notable alto. Aun así, celebramos su vuelta!

7.- Gun – “Break the silence”: siendo una de mis grandes debilidades como banda, reconozco que esperaba poco tirando a nada de este nuevo trabajo. La inestabilidad total y los cambios de formación y rumbo en los últimos tiempos, no hacían presagiar nada bueno de esta entrega. Y sin embargo, sorpresas te da la vida. Los hermanos Gizzy han facturado un disco que engancha. Muy aprovechable, lleno de energía positiva y en el que la esencia de antaño vuelve a estar presente. 

8.- John Hiatt - “Mystic Pinball”: el artista de Indianápolis se vuelve a mostrar como una apuesta segura a caballo ganador. Lo comenté el año pasado con “Dirty Jeans and Mudslide Hymns” y me reafirmo con este “Mystic Pinball”, que sigue la misma senda. Por méritos propios, uno de los grandes ya de la música americana de raices.

9.- The Bluefields – “Pure”: Dan Baird y Warner E. Hodges. Menuda pareja y menudo pedazo de disco que han facturado con este “Pure”. Elegancia, buen gusto, carisma y unas composiciones deliciosas para cualquier amante del rock clásico. Una de las grandes sorpresas del año, que esperamos tenga continuación en el futuro.

10.- Little Caesar – “American Dream”:  después de tantos años y batallas, los argelinos siguen vivos y en buena forma, como han vuelto a demostrar. Y la receta sigue siendo la misma (¿para qué cambiar el rumbo a estas alturas?): voz rasgada, guitarras humeantes, algunos toques sleaze y unas pizcas de blues, materializadas en 11 acertados temas que creo vuelven a dar la talla.

Como os decía arriba, me resulta muy complicado quedarme con sólo 10 discos. Baste echar un vistazo a esta otra tanda que os nombro a continuación para darse cuenta del nivel de la producción del año. Sin duda alguna, el listón queda muy alto de cara al futuro...Qué siga la fiesta!

Chuck Leavell – “Back To The Woods”
The Darkness – “Hot Cakes”
Danko Jones – “Rock And Roll is Black And Blue”
Kiss – “Monster”
Johnny Hallyday - “L'Attente”
The 69 Eyes – “X”
H.E.A.T. – “Address the Nation”
Rush – “Clockwork Angels”
Los Deltonos – “Saluda al campeón”
Rick Springfield – “Songs for the end of the world”
Gotthard - “Firebirth”
Tom Jones – “Spirit In The Room”
Chris Robinson Brotherhood – “Big Moon Ritual” / “The Magic Door”
Joey Ramone – “Ya Know?”
Bruce Springsteen – “Wrecking Ball”
Bob Dylan – “Tempest”
L.A. Guns – “Hollywood Forever”
Lynyrd Skynyrd – “Last Of A Dyin' Breed”
Great White – “Elation”
Soundgarden - "King Animal"
UFO – “Seven Deadly”

jueves, 20 de diciembre de 2012

Johnny Hallyday – Pau (Francia) 15/12/2012 (mi crónica del concierto)

 
Con apenas 20 días de diferencia, he tenido la oportunidad de asistir al primero de los shows del 50aniversario de los Rolling Stones en Londres y de sacarme por fin la espina que tenía clavada por no haber visto aun al gran Johnny Hallyday encima de un escenario.

Suena paradójico que, siendo uno de los grandes mitos de la música en todo el mundo francófono (más de 50 años ya de carrera, con 110 millones de discos vendidos, 18 de ellos de platino y alrededor de 100 giras), Johnny Hallyday goce de tan poco reconocimiento fuera de él.
Resulta frecuente ver cómo sus continuos Tours llenan hasta la bandera enormes estadios de fútbol (el pasado verano, sin ir más lejos, tres noches consecutivas el Stade de France en París, con capacidad para 80.000 personas, algo al alcance de muy pocos), pero siempre dentro del país galo o, como mucho, de alguna de las otras áreas de influencia francófona (Bélgica, Suiza o Canadá). 
Por ello, suponiendo que ni se le pasa por la cabeza girar por España, tenía meridianamente claro que, si quería verle, tendría que ser yo quien se desplazase.
Así que, después de revisar las fechas de su actual gira, fije hace varios meses ya mi objetivo en Pau, lugar pirenaico, cercano a nuestra frontera y accesible a tiro de coche, y allí me planté el pasado sábado. 
Una vez dentro del recinto, lo primero que hice fue corroborar el aura mítica y la veneración que se concede a Johnny en su país: tickets agotados desde hace tiempo, die-hard fans por todas partes, engalanados para la ocasión, expectación máxima y largas colas en los puestos de merchandising, en donde la variedad y la demanda de productos hablan a las claras del tirón del artista entre su público. 


Con sólo 10 minutos de retraso sobre la hora prevista, comenzó el show de forma absolutamente espectacular, con una sucesión de efectos especiales, luces y pirotecnia que desembocó con Johnny apareciendo tras una compuerta abierta en el medio del escenario, vestido de cuero negro de arriba abajo, para interpretar un demoledor “Allumer le feu” (enciende el fuego) que, personalmente, me dejo ya boquiabierto. Echad un vistazo a este video y juzgad por vosotros mismos:
En los temas iniciales, tres cosas me llamaron la atención, a parte del carisma que desprende Johnny: la primera, lo poderoso, roquero y hasta, permitidme la expresión, cañero, sonido de la banda en directo. La segunda, el altísimo nivel y buen hacer de la propia banda (algo por otra parte esperado), amén de la amplia composición (14 miembros) de la misma: dos extraordinarios guitarras (uno de los cuales, Robin Lemesurier, podría ser por aspecto y actitud, primo hermano de Ronnie “pájaro loco” Wood), batería, bajo, piano, hammond, armónica, 3 coristas y una sección de vientos de 4 personas (casi nada!). Y la tercera, el enorme paralelismo que encuentro entre Johnny y nuestro Loquillo, influencia jamás escondida por este último: las poses, los gestos, la chulería, la actitud, el estilo musical e incluso la relación con la propia banda. Absolutamente revelador.
Con un blues apoyado en la sección de vientos (“Excuse moi partenaire”), algunos temas clásicos como “Quelque chose de Tenessee” (cantado éste entre el público) o el esencial “Rock'n'roll attitude”, un duelo vocal espectacular con una de sus coristas en “I who have nothing”, o una gran versión del “Hey Joe” de Jimmy Hendrix, llegamos al punto central del concierto, en el que Johnny se desplazó junto a parte de la banda a un pequeño escenario circular ubicado en el medio del recinto, para deleitarnos con una espectacular mini sesión de rockabilly, a lo '68 Comeback Special. Fueron 5 temas como 5 soles, en los que no faltaron las referencias a Eddie Cochran y su Something Else (“Elle est terrible”) o al propio Elvis, con este “I'm gonna sit right down”:
 

Y con el ambiente como una caldera, la banda retornó al escenario principal para iniciar el tramo final del show, con un “Que je t'aime” coreado por todo el público, una versión del “Fortunate Son” de la Creedence (renombrada en francés como “Fils de personne”) que sonó tremenda y un sensacional “L'envie”, tras los que se retiraron al camerino.


Pero por supuesto, tuvimos bis y no uno, sino dos. El primero, iniciado con el buen tema de su último disco “L'amour à mort” y rematado con uno de sus grandes clásicos, “La musique que j'aime”. El segundo, mucho más intimista, con Johnny acompañado únicamente de una guitarra acústica y un piano para hacer un “L'attente” que sonó precioso y tras del cual, 2 horas después del inicio, desapareció entre humo por la misma compuerta del medio del escenario por la que había aparecido al principio.
 
Os contaré como anécdota que, nada más salir del concierto, envié varios mensajes comentándolo a través de mi cuenta de twitter, dos de los cuales fueron retwitteados, ante mi asombro, desde la cuenta del propio Johnny, como podéis ver aquí abajo:


Han pasado ya algunos días y, con la perspectiva que eso me da, puedo decir que, al igual que en el caso de los Stones en Londres, también este concierto ha sido de los que deja poso.

A pesar de sus 69 años y los achaques varios de salud (el último, el pasado verano) ver a Johnny Hallyday vivito, coleando y en buena forma vocal y física, me hace creer que aun puede tener cuerda para rato. Por mi parte, si en el futuro tengo la oportunidad de repetir, no me lo pensaré dos veces. Y si se os pone a tiro, os recomiendo que tampoco lo hagáis. Veréis a un tipo con un carisma especial, un maestro de la Rock ‘n’ Roll actitud.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Londres huele a música

 
En anteriores visitas a la ciudad ya había tenido la oportunidad de percibir y empaparme del maravilloso ambiente musical que reina en la capital británica.

Tiendas de discos por doquier, para todos los gustos y estilos (desde la enorme HMV de Oxford Street a las maravillosas “Sister Ray” y “Reckless Records”, ambas en Berwick Street, en pleno Soho), memorabilia y merchandising de cualquier grupo habido y por haber (¿qué me decís de la recomendable “It’s Only Rock ‘N’ Roll” o la “Beatles Store” de Baker Street, donde antaño estaba la añorada “Elvisly Yours”?) y, sobre todo, historia, mucha historia a lo largo y ancho de sus calles.
Y aun así, en esta ocasión percibí un aroma diferente, aún más acentuado. La excusa de mi viaje era inmejorable (asistir al primero de los conciertos del 50 aniversario de los Rolling Stones) y, quizás fuera mi impresión personal, pero tuve la sensación de que la ciudad se había puesto de acuerdo para conmemorar también tan magno evento.
Ya desde mi llegada, pude darme cuenta de cómo la máquina de la mercadotecnia Stoniana se había puesto a funcionar a todo trapo, cuando en varias ocasiones me pararon por la calle para ofrecerme distintos panfletos como estos dos que os enseño aquí abajo.

Por no hablar de la prensa, en la que la banda y su primer show londinense eran una de las indiscutibles estrellas del fin de semana, o la televisión, con programas especiales en la BBC el día antes.
 
 
Pero eso no era nada al lado de la sensación producida al ver a Carnaby Street engalanada al completo con enormes carteles de la mítica lengua y discos de la banda en forma de adornos navideños. No os engaño si os digo que, a lo largo de los tres días que estuve allí, al menos media docena de veces recorrí la calle de arriba abajo, buscando no perder detalle y disfrutar del momento al máximo.
 



Y hablando de disfrutar, de lo lindo lo hice en la recién inaugurada tienda oficial del grupo (el paraíso para cualquier fan…), ubicada también en Carnaby Street. Dos plantas repletas de enormes fotos de la banda colgadas de las paredes e innumerables objetos de merchandishing, que recorrí de arriba a abajo con los ojos como platos y decidiendo qué llevarme conmigo de vuelta a España entre las decenas de camisetas, libros, cofres, vinilos, posters y demás enseres varios de colección. Difícil (y cara) decisión la que tuve que tomar...
 


 
Aunque lo más importante que terminé por traerme fue el recuerdo imborrable de unos días en los que Londres no sólo olía a música como de costumbre, sino que, directamente, y como podéis ver, Londres olía a Stones.
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