miércoles, 31 de mayo de 2017

Appetite for Destruction


Verano del 89. Yo, un tierno preadolescente de 12 años, cuyo interés por la música se reduce aún a contemplar la colección de vinilos de mis padres y escuchar compulsivamente algunos éxitos provenientes de la radiofórmula. Mi pandilla de amigos del barrio, tres cuartos de lo mismo. Aun ninguno somos conscientes del cambio que está a punto de producirse en nuestras vidas.

Arturo, el hermano mayor de uno de ellos, nos presta, a Chor y a mi, una cinta en la que tiene grabada una recopilación casera de grupos (para nosotros) desconocidos. No tenemos ni idea de cómo sonará aquello pero, aun así, le damos una oportunidad y pulsamos al “play” de nuestro inseparable “walkman”.

Tras acabar las dos primeras canciones de la cara A, estamos como hipnotizados. No podemos más que rebobinar y volverlas a oír una y otra vez. Nos recorre el cuerpo la sensación de encontrarnos ante algo peligroso, algo que nuestros progenitores no tolerarían que escuchásemos. Y ello le da, si cabe, un plus de emoción y de riesgo.

El primero de los temas se llama “Sweet Child o' Mine” y, el segundo, “Paradise City”. En la carátula, escrito a mano con boli, dice que los intérpretes son unos tales Guns N’ Roses. El resto de canciones de otros grupos grabadas en la cinta, pasan directamente a un segundo plano. Nosotros ya tenemos nuestro flechazo. Pero, ¿quién carajo son esos tipos?. Necesitamos información sobre ellos. Y, sobre todo, más material que llevarnos a los oídos.


Son tiempos en los que, para un chaval, no es fácil hacerse con un disco, más aún si éste es de un grupo foráneo. Pero, de nuevo Arturo nos salva la vida, consiguiendo que un contacto le grabe el álbum entero y, haciéndonos, él a su vez, una copia de la cinta a nosotros. “Appetite for Destruction” se llama. Curioso nombre éste.

En los dos años posteriores, escucho esa cinta no ya decenas, sino quizás varias centenas de veces. Me aprendo cada estrofa, cada guiño, cada riff, cada solo de guitarra. Decoro mis libros del colegio con fotos de la banda. Me compro una camiseta con las pistolas y las rosas. Y fantaseo con poder ir a verlos alguna vez a un concierto

Comienzo a interesarme por otros grupos: los Stones, AC/DC, Aerosmith, Skid Row, The Cult, Ramones,… Todos ellos me gustan mucho. Pero, cuando las cosas se ponen feas, siempre acabo acudiendo a mi cinta del “Appetite for Destruction”.


Verano del 91. La banda está a punto de publicar nuevo material. Ni más ni menos que dos álbumes dobles llamados “Use Your Illusion”. Mis expectativas andan por las nubes, más aún si cabe, después de oír ese pepinazo de tema de adelanto llamado “You Could Be Mine”. Pero, una vez que caen en mis manos, el suflé se desinfla un poco. Está claro que no son para nada malos discos, sino todo lo contrario…pero palidecen al compararlos con mi “Appetite for Destruction”.

Escucho en la radio que Izzy Stradlin, mi “gunner” favorito, ha dejado la banda. Y eso no me gusta ni un pelo. Inconscientemente, me encuentro ante el principio del fin de mi idilio con ellos.

Poco a poco, dejo de prestarles atención y nuestros caminos se van separando. Otros grupos han tomado el relevo en mi lista de favoritos. Pero, aun así, no hay mes del año que no acuda, al menos una vez, a mi cinta del “Appetite for Destruction”. Aquello se ha transformado ya casi en un ritual.

Verano del 97. La formación clásica de la banda, se desvanece definitivamente. Slash y Duff están también fuera y, Axl Rose, no es ya más que un esperpento. Cada noticia nueva en la que aparece el nombre de Guns N’ Roses, me produce una mezcla de rubor, tristeza y vergüenza ajena, que, en los siguientes años, se torna en indiferencia. Pero, aun así, nunca dejo de acudir a mi cita periódica con el “Appetite for Destruction”.


Abril de 2016. Veinte años después, Axl, Slash y Duff vuelven a aparecer juntos encima de un escenario, en el mítico Troubadour de Los Ángeles. Recibo la noticia y el anuncio de su Not in this lifetime Tour” de forma escéptica y con un feeling no del todo positivo. Pienso que aquello no es más que una reunión a medias (Where's Steven?, Where's Izzy?) que apesta a “todo por la pasta”. Pero, tan pronto comienzan a filtrarse fotos y videos de los tres magníficos en actitud de compadreo, y repertorios plagados de temas del jodido “Appetite”, el gusanillo comienza a picarme de nuevo. ¡Demonios! ¡De nuevo me muero de ganas por verlos juntos interpretando esas canciones!

Mayo de 2017. Si tuviera que elegir un disco, sólo uno, que haya marcado hasta el momento mi vida, sin duda sería el “Appetite for Destruction”. Por supuesto que hay muchos otros que considero imprescindibles, inigualables, obras maestras. Pero él es quien me abrió la puerta a un mundo, el de la música, que desde entonces es mi pasión.

El próximo domingo, tendré la suerte de poder ver en Madrid a tres de los tipos que participaron en su creación, interpretándolo, en su mayor parte, encima de un escenario. Y eso me hace feliz. Pero nada hubiera sido igual sin esa cinta que, en una calurosa tarde del verano del 89, llegara a nuestras manos a través de un amigo llamado Arturo. Desde aquí, ¡gracias por ello!


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Real Time Web Analytics