viernes, 25 de mayo de 2018

Roger Waters como solución al trauma



Hace justo siete años, hablé aquí de aquellas veces en las que, por distintos motivos, más he lamentado perder la oportunidad de asistir a un concierto. De cuando los Ramones o Willy Deville actuaron en el polideportivo de mi barrio. De cuando pude y no quise ir a ver a los Stones en Gijón (¡con los Black Crowes de teloneros!). De cuando dejamos agotar ante nuestros ojos la posibilidad de ver a Angus y sus chicos en la gira de Stiff Upper Lip. En definitiva, de mis grandes traumas “conciertísticos”.


Y todo vino traído a colación de Roger Waters y su tour de “The Wall”, cuyo paso por nuestro país también me perdí en 2011. En aquel momento, os conté que no era yo un gran fan de Pink Floyd pero que, aun así, tenía la intuición de que aquel concierto me habría encantado y por ello lamentaba haberme quedado sin entradas.

Recuerdo escribir aquellas líneas con un gran disgusto en mi cuerpo, por saber que aquella iba a ser una histórica noche. Recuerdo leer las crónicas los días posteriores, con un sentimiento mezcla de envidia y rabia, al constatar que, efectivamente, así había sido. Y recuerdo llamarme idiota a mí mismo y auto prometerme que, si volvía a tener la oportunidad de ver a Waters en directo, no la iba a dejar escapar.

Han pasado siete años y sigo sin poder considerarme un gran fan de Pink Floyd. Pero confieso que, en este tiempo, he profundizado enormemente en su leyenda y su discografía, creciendo de forma exponencial mi gusto por su música.

Y hoy, por fin, voy a tener la oportunidad de cumplir mi auto promesa, asistiendo a su show de Madrid. Y quien sabe si superando con ello mi trauma...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Real Time Web Analytics