viernes, 21 de diciembre de 2018

Lo mejor de 2018 (II)


Fantástico. Así es como puedo calificar, desde el punto de vista conciertístico, a este 2018 que estamos a punto de cerrar. Un año, marcado por el punto álgido de mis visitas al Reino Unido para ver a Clapton y a los Stones. Pero en el que, más allá de esos dos grandes, ha habido mucho y bueno donde elegir.

Lejos quedan, eso sí, los tiempos en que superaba la centena de conciertos anuales. Por unos u otros motivos, llevo algunas temporadas ya moviéndome en torno a la mitad. Y, en este 2018, son algo más de 40 las muescas hechas en mí revolver. Eso sí, casi la totalidad de ellas, dignas de recomendación.

Rompí el hielo en enero con una escapada a Toledo para ver a los Coronas presentar su nuevo álbum y ver, después de muchos años de haberlos perdido la pista, cómo su inconfundible surf-rock sigue sin moverse ni un milímetro de donde lo dejé. Y, antes de finalizar el mes, llegó “Last Dance With Tom Petty”, el esperado homenaje de un montón de músicos (Tarque, Burning, Los Secretos, Erentxun, Los Zigarros,…) reunidos en Madrid con el objetivo de rendir tributo al genio de Gainesville. Magnífica y emotiva iniciativa.

Febrero tuvo un claro ganador: Metallica. James Hetfield y sus huestes, vinieron, vieron, vencieron…y pusieron patas arriba el Palacio de Deportes de Madrid, en un concierto pleno de intensidad, calidad y mala leche.



En marzo, volvimos a tener por aquí a Chris Robinson y su hermandad. Y estuvo bien, sin más. Era mi segunda vez con él en un año (aun quedaría una tercera en junio) y, perdido el factor sorpresa inicial y aun reconociendo la enorme calidad de la banda, voy teniendo claro que me aburre un poco su propuesta. ¡Ojalá los hermanos se dejasen de estupideces y los cuervos volviesen a casa por navidad!

En abril, acudimos a ver el espectáculo guitarrístico “G3”, con el maestro Satriani y su escolta, formada, esta vez, por John Petrucci y Uli Jon Roth. Fenomenal el primero, pasable el segundo y prescindible el tercero. Ese fue mi veredicto del show.

Mayo me permitió liberarme de un viejo trauma conciertístico: haberme perdido, en 2011, a Roger Waters con su “The Wall”. Y, la parte musical, en sí, no defraudó: alucinantes los efectos visuales (la fábrica echando humo, el cerdo rosa volando, la pirámide láser…bufff…), enorme la banda y fantásticos el set list y el sonido. Pero…¡Diantres! ¡Por momentos creí que aquello era un mitin y no un concierto de Rock N’ Roll! Sé que eso será cuestión de gustos, sí. Pero, en mi opinión, tanta soflama política hace que pierda parte de mi interés en el show.



Y, con Junio, llegó la época álgida de festivales, siendo el primero en nuestra lista el “Garage Sound”. Sólo pudimos asistir a la primera de sus jornadas, pero fue suficiente para reafirmarnos, al igual que ya hicimos el año anterior, en que nos gusta (y mucho) el rollo que lleva y el cariño con que está hecha su programación. Vale, sí, Buckcherry quizás nos defraudaron. Pero vimos a Hardcore Superstar y Danko Jones dando muy buenos conciertos. Y, sobre todo, vimos a The Temperance Movement, marcándose un bolo antológico y demostrando (en mi caso, por segunda vez) que, si hubiera justicia, debería ser una banda llamada a liderar los años venideros en el mundo del rock.

Mientras tanto, los Stones estaban ya enfrascados en su gira por UK y, mí fecha de Cardiff elegida para cazarlos, por fin llegó. ¡Qué os voy a contar, amigos! Pues que, como no podría ser de otra forma (y dejé aquí escrito), fue un magnífico y emocionante show.



El Azkena Rock Festival es ya un fijo para mí en las quinielas. Adoro ese fin de semana de finales de junio en Vitoria, en el que casi lo que menos importa (¡perdón!) son las bandas que conforman el cartel. Van Morrison, Chris Robinson Brotherhood (de nuevo), Dead Cross, Rival Sons, The 5.6.7.8's y Girlschool fueron nuestro aperitivo del viernes. Un viernes, musicalmente inferior a otros años. Pero que sirvió de calentamiento para uno de los mejores sábados azkeneros que recuerdo. Un sábado sin tregua, que comenzó, desde por la mañana, con James Taylor Quartet y se remató, de forma inmejorable por la tarde, con Mott The Hoople, Turbonegro, Joan Jett y Gluecifer. ¡Formidable, sí señor!


Antes de que acabase el mes, aún nos quedaba un tercer festival: el Download. He de decir que, el cartel, en un 80%, me interesaba poco tirando a nada. Pero sí tenía 5 o 6 cosas concretas que llamaban mi atención lo suficiente como para meterlo en la agenda y plantarme allí. Backyard Babies y Marilyn Manson el jueves (bien, sin más, ambos dos). Guns N' Roses el viernes (muy bien, pero no tanto como el año anterior en el Calderón). Y los Hellacopters, Judas Priest y Ozzy Osbourne el sábado (imperiales los primeros, muy bien los segundos y maravilloso el tercero). Ese fue mi plan. Y, en líneas generales, me gustó.



Julio tenía tres citas importantes para nosotros: la primera, Lenny Kravitz quien, sin llegarme a matar, sí me pareció que ofreció un buen show.

La segunda, y a la postre más importante del año (con permiso de los Stones), tuvo como protagonistas a Clapton, Santana y Steve Winwood, en una maravillosa e inolvidable tarde en Hyde Park. Abrió fuego Winwood quien, junto al sol que apretaba fuerte en ese momento, nos hizo entrar en calor. Tras él, fue el turno de Santana, al que nunca había pillado en directo y cuya propuesta nos encantó. Y por fin le tocó el turno a Mr. Slowhand, quien literalmente nos emocionó. Sí, quizás su escenario natural es el Royal Albert Hall y no éste (doy fe de ello, después de haberle visto en ambos sitios) pero ¡qué carajo! ¡su concierto fue muy bueno! ¡y la compañía que tuve en él, tan buena o mejor!.



Tan sólo un día después de volver de Londres, teníamos una nueva cita. Y, ni más ni menos, que con Little Steven y sus Disciples Of Soul. Buen concierto también el suyo, pero algo me faltó. Quizás andaba yo aún con la cabeza en Hyde Park. O quizás simplemente me pilló cansado. Pero su propuesta no acabó de calarme por completo. Espero poder darle otra oportunidad.

Tras mes y medio de parón, enfilamos septiembre con Jeff “bestia parda” Angel y sus Walking Papers, magníficos como de costumbre.


Octubre comenzó en Valladolid, con un concierto de blues a tres bandas: los magníficos Travellin' Brothers, el gran guitarrista Ian Siegal y la sorprendente y gran triunfadora de la noche, Ina Forsman, quien nos cautivó con su pedazo de voz.

El siguiente en la lista fue Halestorm, unos tipos con quienes musicalmente no conecto mucho, pero que tienen como principal activo a la gran nueva RockN’Roll Star femenina del momento. Una tipa llamada Lzzy Hale, auténtico torbellino sobre el escenario, que canta y toca de la leche y a la que se le caen de los bolsillos la pose, el carisma y la actitud.

Siempre me gustaron mucho Uzzhuaia. Creo que tenían calidad y argumentos como para haber llegado mucho más lejos de donde lo hicieron. Por ello, me entristeció su separación hace algunos años. Y, por ello, me hizo especial ilusión asistir, a finales de octubre, a su emotivo, intenso y genial concierto de reunión.



El carismático bluesman Walter Trout fue mi primer show de noviembre. Y, tras él, llegó otra de las, para mí, citas más esperadas del año: The Magpie Salute. Su concierto no fue perfecto. Probablemente, les falte algo más de rodaje como banda y, sobre todo, más y mejores temas. Pero, después de verlos, sí creo tener meridianamente claro que, la propuesta que ofrecen, me gusta más que la Chris Robinson y su hermandad. Aun así, repito a ambos hermanitos lo dicho arriba: ¡que se dejen de leches y retomen a los Black Crowes!


Después de cerrar el mes en Valladolid con unos, esta vez, decepcionantes Supersuckers, encaramos diciembre con dos balas aun en la recámara. La primera, la de la “superbanda” The Dead Daisies y su hard-rock de altos quilates, quien nos ofrecieron un muy buen show. Y, la segunda, con los actuales reyes del rock melódico y una de mis grandes debilidades desde hace algún tiempo: Erik Gronwall y sus H.E.A.T. ¡Qué mejor forma, que con ellos, de finalizar un fenómeno año de rock!



Mi “Top” de conciertos 2018:
2.- Eric Clapton, Santana & Steve Winwood - Hyde Park, Londres (08/07/2018)
3.- Metallica - Wizink Center, Madrid (03/02/2018)
5.- Ozzy Osbourne – Download Festival, Madrid (30/06/2018)
8.- The Temperance Movement - Garage Sound Festival, Madrid (08/06/2018)
10.- Guns N' Roses - Download Festival, Madrid (29/06/2018)
11.- Uzzhuaia - Sala Cool Stage, Madrid (27/10/2018)
13.- The Magpie Salute - Sala But, Madrid (12/11/2018)
14.- The Hellacopters - Download Festival, Madrid (30/06/2018)
15.- Walking Papers - Sala Changó, Madrid (22/09/2018)

martes, 18 de diciembre de 2018

Lo mejor de 2018


¡Diablos! ¡Otro año que ha pasado ya volando! Un año, además, musicalmente muy interesante, en el que, de nuevo, he podido asistir a inolvidables conciertos. Un año en el que creo han predominado las cosas buenas sobre las malas. Un año en el que hemos tenido un notable puñado de nuevos álbumes para disfrutar. Álbumes que me han gustado, encantado o directamente maravillado. ¡Vayamos con ellos!

Me ha gustado “Purple House”, lo nuevo de Robben Ford (¡qué clase tiene este tío). Me ha gustado el retorno de Jeff Angel (¡un torbellino en directo!) y sus Walking Papers con “WP2”. Me ha gustado poder catar las sesiones perdidas del “Give Out But Don't Give Up” de Primal Scream en Memphis. Me ha gustado seguir oyendo a Buddy Guy decir que "The Blues is Alive and Well". Me ha gustado el “Changing Colours” de los enormes Sheepdogs.

Me ha gustado volver a escuchar la voz de Tarque puesta al servicio de un gran disco de Rock N’ Roll. Me ha gustado tener a Reef de vuelta con “Revelation”, tantos años después. Me ha gustado el “Blow Your Mind” del gran Wilko Johnson (le tendremos por aquí presentándolo en febrero). Y me ha gustado el “Find A Light” de los cada vez más consolidados Blackberry Smoke.    
      

Me ha encantado el esperado “High Water I” de The Magpie Salute (un disco que crece y crece con cada escucha). Me ha encantado  Black Coffee”, la nueva colaboración entre esas dos bestias pardas llamadas Beth Hart y Joe Bonamassa. Me ha encantado la grata sorpresa de “Egomania”, el retorno de Hank Von Hell. Me ha encantado  Mon pays c'est l'amour”, el álbum póstumo de Johnny Hallyday. Y me han encantado Billy Gibbons y su guitarra en “The Big Bad Blues”.

Me ha maravillado “Among The Ghosts” de Lucero, una banda que no tenía inventariada y descubrí a raíz del anuncio del cartel del Azkena. Me ha maravillado el Glam-Punk-Rock macarra de Turbonegro en “RocknRoll Machine”. Me ha maravillado “A Deeper Cut” de The Temperance Movement (¡qué buenos son estos tíos!). Me ha maravillado “As Long as I Have You”, el disco en solitario de Mr. Roger Daltrey. Y me han maravillado cada una de las joyas contenidas en “An American Treasure”, la golosina que Tom Petty nos guardó…

Permitirme que os presente a todos ellos en esta compilación:


viernes, 9 de noviembre de 2018

Unos tipos llamados Tesla


Recuerdo cómo el videoclip de “Edison's Medicine”, interpretado por unos tipos llamados Tesla, me voló la cabeza a la primer escucha, siendo yo un mico allá por el año 91.

Recuerdo buscar desesperadamente (y conseguirlo) a alguien que me grabase el disco (“Psychotic Supper “) en el que estaba contenida aquella canción.

Recuerdo como, en mi siguiente cumpleaños, me cayó como regalo la cinta original de “Five Man Acoustical Jam”, el nunca suficientemente reconocido álbum precursor de la plaga de grabaciones en formato “Unplugged” a la que luego se apuntó el resto de bandas.

Recuerdo que, entre los primeros vinilos que compré en mi vida, estuvo su “The Great Radio Controversy”. Y recuerdo saber quién demonios fue Nikola Tesla gracias a ellos.

Recuerdo “martirizar” a mis padres en un largo viaje de coche, haciendo sonar una y otra vez la cinta TDK en la que tenía grabado su “Mechanical Resonance”.

Recuerdo mis libros del colegio pintados con su logotipo.

Recuerdo que, tras su “Bust a Nut” del 94 me desenganché de ellos y les perdí bastante la pista…Pero también recuerdo meterme un alegrón al enterarme, diez años más tarde, de que volvían a la carga con “Into the Now”.

Recuerdo casi llegar tarde a su mañanera actuación en el añorado “Arrow Rock Festival” holandés de 2007. Era mi primera vez con ellos en directo y no olvidaré que literalmente aluciné con el show que nos ofrecieron. Recuerdo también ver luego a su cantante Jeff Keith disfrutar del concierto de Aerosmith (cabezas de cartel aquel día) como un fan más, desde un lateral del propio escenario.

Recuerdo pensar, tras oír su disco doble de versiones “Real to Reel”, que hay muy poquitas bandas que pudieran haber desarrollado y elaborado la idea de llevar a su terreno sus temas favoritos de otros, con tantísima calidad y tan buen resultado.

Recuerdo corear sus canciones en la madrileña Sala Arena en 2009. Mi segunda y última vez con ellos hasta el momento. Todo el concierto rayó a gran altura, pero recuerdo especialmente el clímax logrado con la interpretación de Love song" aquella noche.

Recuerdo mirar sus giras todos los años desde entonces y quejarme amargamente porque nunca cruzaban el charco.

Recuerdo que su último trabajo (“Simplicity”) figuró en mi “top ten” de discos editados en 2014.

Recuerdo, en definitiva, cómo esos tipos llamados Tesla llevan acompañándome, en mi universo musical, toda la vida.

Por ello, celebro a lo grande la noticia de su inclusión en el cartel del Azkena Rock Festival 2019. Y, si nada lo impide, ¡allí nos veremos!

viernes, 14 de septiembre de 2018

The Rolling Stones - Principality Stadium (Cardiff), 15/06/2018


¡Diablos! ¿Todo un verano para realizar una breve crónica?, dirán algunos… Pues sí. Pero, realmente, no se trata de una crónica al uso, sino más bien de un bonito recuerdo de mi nuevo encuentro con sus majestades, contesto yo.

Londres, Dusseldorf, Madrid, Barcelona, París, Cardiff… Van ya unas cuantas veces en estos últimos años. ¿Y no te cansas de verlos?, hay quien me pregunta. ¿Acaso debería?, respondo yo. 

Pues no. No sólo no me canso, sino que, tan pronto termina cada concierto, vuelvo a tener el mono a flor de piel. Ya sabéis…cosas de la música…


Tuve un momento crítico con Keith en Barcelona el año pasado. Su show fue descorazonador. Tanto, que sinceramente creí que aquello ya no daba para más. Pero, afortunadamente, mi opinión cambió poco después en París, donde estuvo mucho mejor. Y, ahora, tras verlos nuevamente en Cardiff, me reafirmo en que el bueno de Richards aún tiene cuerda para rato. De hecho, quizás sean cosas mías, pero creo que en este "No Filter Tour" por UK de 2018, ha estado a su mejor nivel de los últimos 10 años.


¿Y el resto de la banda? Pues como siempre. Es decir, entre bien, muy bien y excelente. Lo de bien, en esta ocasión va por Ronnie, a quien, en mi noche galesa, noté algo más apagado que de costumbre. Lo de muy bien, por Charlie. Algo ya habitual en él. Y, lo de excelente, por ese tío que sigue empeñando en desafiar las leyes de la genética llamado Mick y apellidado Jagger. ¡Tremendo nuevamente su show!


Abrió “Street Fighting Man”, cosa no muy común. Y sonaron las tampoco habituales “Just Your Fool”, “Get Off of My Cloud”, “Like a Rolling Stone” y “Before They Make Me Run”. ¿El resto? Lo esperado. Clásico tras clásico y el deseo de que aquello no terminase nunca…

Por cierto, me gustó Cardiff y me gustó su Principallity Stadium. No conocía ni a uno ni a otro y, sin duda, me parecen una agradable ciudad y un espectacular recinto. Más aún, si en ellos se respira ambiente Stone como en este fin de semana de junio. 

Could this be the last time? Espero que no. Creo que ellos tienen ganas de seguir tocando. Y yo, por supuesto, de volver a verlos. Así que espero que aún tengamos alguna bala más en la recámara. Hasta entonces, estaremos impacientes y la espera.

Sí, ya sé. Es sólo Rock 'n' Roll. But I Like It…


miércoles, 27 de junio de 2018

Azkena Rock Festival 2018


Al Azkena se va. Ese es el eslogan que, desde hace un tiempo, ha acuñado la organización, resumiendo, en una frase, el pensamiento de buena parte de los que allí, año tras año, nos congregamos. No importa que otros festivales traten de seducirnos con propuestas mastodónticas. No importa que llueva o haga sol. Y, por no importar, no importan casi ni las bandas que actúen (entiéndaseme esto último con la debida cautela). Al Azkena se va. Y punto.


Se va, porque su ambiente es magnífico y su propuesta, guste unos años más y otros menos, siempre es variada, configurada con gusto y de calidad.

Se va, porque no es fácil encontrar un festival tan cómodo. En el que la ausencia de agobios sea absoluta. En el que apenas sea necesario hacer colas (ni para beber, ni para comer, ni para ir al baño). En el que uno pueda ver los conciertos tan bien y con tanta tranquilidad.

Se va, en definitiva, porque uno encuentra en Vitoria, ese fin de semana, el sitio perfecto para estar y disfrutar de lo que más nos gusta: la música.

Y, por todo ello, hasta allí nos fuimos un año más.

VIERNES 22 DE JUNIO


RIVAL SONSapenados por no llegar a tiempo a ver a los Sheepdogs, al menos desembarcamos en el recinto a la hora justa para romper el hielo con los californianos Rival Sons, una de nuestras bandas más deseadas, a priori, del festival y, a la postre, la mayor decepción del mismo. Esperábamos muchísimo del demoledor directo de Jay Buchanan y los suyos, que comenzaron bien con un poderoso “Electric Man”. Pero ni el sonido, ni la temprana hora, ni la solanada que se comieron, jugaron a su favor. Y, ante ello, la banda bajó los brazos, terminó por desconectarse y se limitó a cumplir de forma ramplona el expediente. Son buenos, no hay duda. Pero está claro que no fue su día. Una pena. 


VAN MORRISON: Era mi tercera vez con el irlandés y, quizá de las tres, ésta fue la que más me agradó su propuesta. Probablemente, ni el Azkena es su sitio ideal, ni el público del Azkena es su público objetivo. Pero es innegable que el tipo puso de su parte, dejando de lado sus habituales malos gestos, mostrando buena actitud y conformando un setlist eminentemente bluesero, tocado y cantado con maestría por él y su formidable banda. Quizás se echó de menos algo de pegada y volumen al principio, pero el show fue de menos a más y acabó por transformarse en un buen concierto. Bien por Van. 


DEAD CROSS: antes del festival, intenté escuchar varias veces el disco de debut de la banda, pero no conseguí, en ninguna de ellas, pasar del tercer o cuarto tema. Y, aun así, tenía ganas de ver este concierto. No ya tanto por sus canciones (con las que, como os digo, no conecto), sino por el hecho de ver juntos a dos tipos como Patton y Lombardo de los cuales sí soy fan en sus otros proyectos. Y he de decir que el show me pareció musicalmente mejor de lo esperado, disfrutable y ameno. Tengo claro que me quedo con el Mike Patton de Faith No More. Pero, ¡diablos! Este tío, haga lo que haga, ¡tiene un carisma alucinante! Y de la bestia parda llamada Dave Lombardo, ¿qué queréis que os cuente? ¡Menuda forma de aporrear la batería! Eso sí, tras esa tomadura de pelo final, amagando con el “Reign in Blood” (Slayer) unido al “Epic” (Faith No More), para luego dejarnos con un “coitus interruptus”, ¡los hubiera matado!.


CHRIS ROBINSON BOTHERHOOD: con el recuerdo aun fresco de su reciente paso por Madrid, volvimos a encontrarnos con Chris y su hermandad, desgranando su ya conocida y cada vez más consolidada propuesta. Folk rock americano, psicodelia, jams y su inconfundible vena sureña. Nada nuevo bajo el sol y, a la vez, todo ello ejecutado de forma maestra (chapó, una vez más, por Neal Casal a la guitarra). He de decir, eso sí, que soy mucho más de los hermanos Robinson juntos que por separado. Chris y sus hippies, en algunos momentos me saturan, haciéndome desconectar un poco del concierto. Pero, mientras la deseada reunión familiar no llegue a buen puerto (que no tiene visos de suceder) y los cuervos vuelvan a la carretera, el hecho poder catar a uno de ellos, siempre merece la pena. 


GIRLSCHOOL: teníamos ganas de ver a Urge Overkill y, su caída del cartel a pocos días del festival, nos dejó un poco fríos. Las británicas “Girlschool” cubrieron el hueco y se destaparon con un intenso y entretenido bolo, al menos en el rato que las pudimos prestar atención. Para entonces, eran casi ya las 3am y el cansancio del largo día comenzaba a hacer mella. La retirada al hotel a tiempo, nos supo a victoria.

SÁBADO 23 DE JUNIO


JAMES TAYLOR QUARTET: ¡qué gran acierto son los conciertos matutinos de la Virgen Blanca! Año tras año, me viene este pensamiento a la cabeza, mientras estoy en la plaza, viendo a bandas que siempre dan con el perfil perfecto para tocar en ese sitio y a esa hora. Y esta vez, la propuesta funky-jazz de James Taylor y los suyos, no le fueron a la zaga. Justo lo que necesitábamos para acabar de desperezarnos, calentar esos momentos previos a la comida y comenzar con el mejor pie posible la segunda jornada.


MOTT THE HOOPLE: ¡Diablos! Uno está tan acostumbrado a encontrarse a gente con actitud perdonavidas que, cuando ve a tipos de casi 80 años (¡79 tiene Ian Hunter!) con tanta energía y tantas ganas de pasarlo bien encima de un escenario, no puede sino quitarse el sombrero ante ello. Y si, además, esos tipos se cascan un concierto del nivel del que Mott the Hoople se cascaron el sábado, ya tenemos juego, set y partido. “Golden Age of Rock 'n' Roll”, “Roll Away the Stone”, “All the Way From Memphis”, “Sweet Jane”, “All The Young Dudes”,…. ¡Se me pone la piel de gallina de recordarlo! Maravilloso, emocionante, memorable. ¡Bravo por Mott The Hopple!


TURBONEGRO: de acuerdo que los noruegos ya no rezuman peligro como antaño. De acuerdo que, sin Hank a las voces, no es lo mismo. De acuerdo que su actuación comenzó algo baja de volumen (cosa que pronto mejoró). De acuerdo que el repertorio estuvo quizás excesivamente basado en su (buen) último disco. Pero aun así, ¡me lo pasé en grande con ellos! Y ¿de qué se trata un concierto, sino de eso? Divertidos, entretenidos, potentes…Así fueron Turbonegro.


JOAN JETT: Joan Jett. La jodida Joan Jett. La legendaria Joan Jett. La amiga de Dee Dee y Joey Ramone. La líder de las Runaways. La gran dama del punk-rock. Nuestro mito sexual adolescente, desde que en los 80’s la viéramos en la peli con Michael J. Fox. La del “Bad Reputation” y el “I love Rock & Roll”. La de “Crimson & Clover”, la de “I Hate Myself for Loving You” y la de “Cherry Bomb”. Sí, esa. Con su extraordinario aspecto, su tremendo porte y su característica voz. Allí la tuvimos, durante hora y media. A pocos metros de nosotros. Desgranando un repertorio lleno de clásicos, apoyada en sus formidables “BlackHearts” y gozando de muy buen sonido en toda su actuación. Un gran cabeza de cartel para el Azkena. Gran acierto. Sí señor.


GLUECIFER: ¿cómo puede ser que estos tíos hayan estado tantos años separados? ¡Menuda pedazo de banda! ¡Qué energía! ¡Qué gran setlist! ¡Qué conciertazo, amigos! Si el año pasado fue el Culto quien cerró la jornada del sábado y se marcó el mejor bolo del festival, esta vez, Gluecifer fueron los encargados de una y otra cosa. “Kings of Rock” se hacen llamar y eso es algo muy serio. Pero noches como ésta, explican el porqué de ese mote. ¡Cómo se les echaba de menos!

Son más de las 3:30am y llevamos un buen tute encima. Ponemos punto final y abandonamos el recinto, mientras pensamos en lo rápido que ha transcurrido el fin de semana, lo bien que lo hemos pasado nuevamente y lo largo que se nos va a hacer hasta que llegue el momento de volver en la edición venidera… Porque sí, ya sabéis: mientras las cosas no cambien, al Azkena se va.


viernes, 25 de mayo de 2018

Roger Waters como solución al trauma



Hace justo siete años, hablé aquí de aquellas veces en las que, por distintos motivos, más he lamentado perder la oportunidad de asistir a un concierto. De cuando los Ramones o Willy Deville actuaron en el polideportivo de mi barrio. De cuando pude y no quise ir a ver a los Stones en Gijón (¡con los Black Crowes de teloneros!). De cuando dejamos agotar ante nuestros ojos la posibilidad de ver a Angus y sus chicos en la gira de Stiff Upper Lip. En definitiva, de mis grandes traumas “conciertísticos”.


Y todo vino traído a colación de Roger Waters y su tour de “The Wall”, cuyo paso por nuestro país también me perdí en 2011. En aquel momento, os conté que no era yo un gran fan de Pink Floyd pero que, aun así, tenía la intuición de que aquel concierto me habría encantado y por ello lamentaba haberme quedado sin entradas.

Recuerdo escribir aquellas líneas con un gran disgusto en mi cuerpo, por saber que aquella iba a ser una histórica noche. Recuerdo leer las crónicas los días posteriores, con un sentimiento mezcla de envidia y rabia, al constatar que, efectivamente, así había sido. Y recuerdo llamarme idiota a mí mismo y auto prometerme que, si volvía a tener la oportunidad de ver a Waters en directo, no la iba a dejar escapar.

Han pasado siete años y sigo sin poder considerarme un gran fan de Pink Floyd. Pero confieso que, en este tiempo, he profundizado enormemente en su leyenda y su discografía, creciendo de forma exponencial mi gusto por su música.

Y hoy, por fin, voy a tener la oportunidad de cumplir mi auto promesa, asistiendo a su show de Madrid. Y quien sabe si superando con ello mi trauma...
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