Con apenas 20 días de
diferencia, he tenido la oportunidad de asistir al primero de los shows del 50aniversario de los Rolling Stones en Londres y de sacarme por fin la espina que
tenía clavada por no haber visto aun al gran Johnny Hallyday encima de un
escenario.
Suena paradójico que, siendo uno de los grandes mitos de la música en todo el mundo francófono (más de 50 años ya de carrera, con 110 millones de discos vendidos, 18 de ellos de platino y alrededor de 100 giras), Johnny Hallyday goce de tan poco reconocimiento fuera de él.
Resulta frecuente ver
cómo sus continuos Tours llenan hasta la bandera enormes estadios de fútbol (el
pasado verano, sin ir más lejos, tres noches consecutivas el Stade de France en
París, con capacidad para 80.000 personas, algo al alcance de muy pocos), pero
siempre dentro del país galo o, como mucho, de alguna de las otras áreas de
influencia francófona (Bélgica, Suiza o Canadá).
Por ello, suponiendo que
ni se le pasa por la cabeza girar por España, tenía meridianamente claro que,
si quería verle, tendría que ser yo quien se desplazase.
Así que, después de
revisar las fechas de su actual gira, fije hace varios meses ya mi objetivo en
Pau, lugar pirenaico, cercano a nuestra frontera y accesible a tiro de coche, y
allí me planté el pasado sábado.
Una vez dentro del
recinto, lo primero que hice fue corroborar el aura mítica y la veneración que
se concede a Johnny en su país: tickets agotados desde hace tiempo, die-hard
fans por todas partes, engalanados para la ocasión, expectación máxima y largas
colas en los puestos de merchandising, en donde la variedad y la demanda de
productos hablan a las claras del tirón del artista entre su público.
Con sólo 10 minutos de
retraso sobre la hora prevista, comenzó el show de forma absolutamente
espectacular, con una sucesión de efectos especiales, luces y pirotecnia que
desembocó con Johnny apareciendo tras una compuerta abierta en el medio del
escenario, vestido de cuero negro de arriba abajo, para interpretar un
demoledor “Allumer le feu” (enciende el fuego) que, personalmente, me dejo ya
boquiabierto. Echad un vistazo a este video y juzgad por vosotros mismos:
En los temas iniciales, tres
cosas me llamaron la atención, a parte del carisma que desprende Johnny: la primera,
lo poderoso, roquero y hasta, permitidme la expresión, cañero, sonido de la
banda en directo. La segunda, el altísimo nivel y buen hacer de la propia banda
(algo por otra parte esperado), amén de la amplia composición (14 miembros) de
la misma: dos extraordinarios guitarras (uno de los cuales, Robin Lemesurier,
podría ser por aspecto y actitud, primo hermano de Ronnie “pájaro loco” Wood),
batería, bajo, piano, hammond, armónica, 3 coristas y una sección de vientos de
4 personas (casi nada!). Y la tercera, el enorme paralelismo que encuentro
entre Johnny y nuestro Loquillo, influencia jamás escondida por este último:
las poses, los gestos, la chulería, la actitud, el estilo musical e incluso la relación
con la propia banda. Absolutamente revelador.
Con un blues
apoyado en la sección de vientos (“Excuse moi partenaire”), algunos temas clásicos
como “Quelque chose de Tenessee” (cantado éste entre el público) o el esencial “Rock'n'roll
attitude”, un duelo vocal espectacular con una de sus coristas en “I who have
nothing”, o una gran versión del “Hey Joe” de Jimmy Hendrix, llegamos al punto
central del concierto, en el que Johnny se desplazó junto a parte de la banda a
un pequeño escenario circular ubicado en el medio del recinto, para deleitarnos
con una espectacular mini sesión de rockabilly, a lo '68 Comeback Special. Fueron
5 temas como 5 soles, en los que no faltaron las referencias a Eddie Cochran y
su Something Else (“Elle est terrible”) o al propio Elvis, con este “I'm gonna
sit right down”:
Y con el ambiente como una caldera, la banda retornó al escenario principal para iniciar el tramo final del show, con un “Que je t'aime” coreado por todo el público, una versión del “Fortunate Son” de la Creedence (renombrada en francés como “Fils de personne”) que sonó tremenda y un sensacional “L'envie”, tras los que se retiraron al camerino.
Pero por supuesto,
tuvimos bis y no uno, sino dos. El primero, iniciado con el buen tema de su
último disco “L'amour à mort” y rematado con uno de sus grandes clásicos, “La
musique que j'aime”. El segundo, mucho más intimista, con Johnny acompañado
únicamente de una guitarra acústica y un piano para hacer un “L'attente” que
sonó precioso y tras del cual, 2 horas después del inicio, desapareció entre
humo por la misma compuerta del medio del escenario por la que había aparecido
al principio.
Os contaré como anécdota
que, nada más salir del concierto, envié varios mensajes comentándolo a través
de mi cuenta de twitter, dos de los cuales fueron retwitteados, ante mi
asombro, desde la cuenta del propio Johnny, como podéis ver aquí abajo:
Han pasado ya algunos días y, con la perspectiva que eso me da, puedo
decir que, al igual que en el caso de los Stones en Londres, también este concierto
ha sido de los que deja poso.
A pesar de sus 69 años y los achaques varios de salud (el último, el pasado verano) ver a Johnny Hallyday vivito, coleando y en buena forma vocal y física, me hace creer que aun puede tener cuerda para rato. Por mi parte, si en el futuro tengo la oportunidad de repetir, no me lo pensaré dos veces. Y si se os pone a tiro, os recomiendo que tampoco lo hagáis. Veréis a un tipo con un carisma especial, un maestro de la Rock ‘n’ Roll actitud.
A pesar de sus 69 años y los achaques varios de salud (el último, el pasado verano) ver a Johnny Hallyday vivito, coleando y en buena forma vocal y física, me hace creer que aun puede tener cuerda para rato. Por mi parte, si en el futuro tengo la oportunidad de repetir, no me lo pensaré dos veces. Y si se os pone a tiro, os recomiendo que tampoco lo hagáis. Veréis a un tipo con un carisma especial, un maestro de la Rock ‘n’ Roll actitud.
3 comentarios:
Fantástco!!
Y dices que será complicado verle por España, no? Es una auténtica lástima, porque yo, tras leer tu post, me quedo con muchas ganas de ver un directo.
Yo también estuve en el concierto de Pau. Todavía estoy alucinada. Es grande Johnny. Nunca lo había visto en directo. Me gusta más ahora que hace treinta años. Esta en forma. Y que voz. Que puesta en escena. Profesionalidad que demostraba un profundo respeto por su público...nos desplazamos de Bilbao a Pau para verlo. Valió,la,pena.
Si algo queda claro es que, aunque pudiera parecer lo contrario, no hay como asistir a uno de sus conciertos para salir de toda duda: Johnny está en buena forma y sigue dando la talla. Como tú dices, sin duda valió la pena el desplazamiento.
Un saludo y gracias por comentar!
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