En anteriores visitas a la ciudad ya
había tenido la oportunidad de percibir y empaparme del maravilloso ambiente
musical que reina en la capital británica.
Tiendas de discos por doquier, para
todos los gustos y estilos (desde la enorme HMV de Oxford Street a las
maravillosas “Sister Ray” y “Reckless Records”, ambas en Berwick Street, en
pleno Soho), memorabilia y merchandising de cualquier grupo habido y por haber (¿qué
me decís de la recomendable “It’s Only Rock ‘N’ Roll” o la “Beatles Store” de
Baker Street, donde antaño estaba la añorada “Elvisly Yours”?) y, sobre todo,
historia, mucha historia a lo largo y ancho de sus calles.
Y aun así, en esta ocasión percibí un
aroma diferente, aún más acentuado. La excusa de mi viaje era inmejorable (asistir al primero de los conciertos del 50 aniversario de los Rolling Stones) y, quizás
fuera mi impresión personal, pero tuve la sensación de que la ciudad se había
puesto de acuerdo para conmemorar también tan magno evento.
Ya desde mi llegada, pude darme cuenta
de cómo la máquina de la mercadotecnia Stoniana se había puesto a funcionar a
todo trapo, cuando en varias ocasiones me pararon por la calle para ofrecerme distintos
panfletos como estos dos que os enseño aquí abajo.
Por no hablar de la prensa, en la que la
banda y su primer show londinense eran una de las indiscutibles estrellas del
fin de semana, o la televisión, con programas especiales en la BBC el día
antes.
Pero eso no era nada al lado de la
sensación producida al ver a Carnaby Street engalanada al completo con enormes
carteles de la mítica lengua y discos de la banda en forma de adornos navideños.
No os engaño si os digo que, a lo largo de los tres días que estuve allí, al menos media
docena de veces recorrí la calle de arriba abajo, buscando no perder detalle y
disfrutar del momento al máximo.
Y hablando de disfrutar, de lo lindo lo hice en la recién inaugurada tienda oficial del grupo (el paraíso para cualquier fan…), ubicada también en Carnaby Street. Dos plantas repletas de enormes fotos de la banda colgadas de las paredes e innumerables objetos de merchandishing, que recorrí de arriba a abajo con los ojos como platos y decidiendo qué llevarme conmigo de vuelta a España entre las decenas de camisetas, libros, cofres, vinilos, posters y demás enseres varios de colección. Difícil (y cara) decisión la que tuve que tomar...
Aunque lo más importante que terminé por traerme fue el recuerdo imborrable de unos días en los que Londres no sólo olía a música como de costumbre, sino que, directamente, y como podéis ver, Londres olía a Stones.
2 comentarios:
Qué bueno. Y qué envidia jajaj. Lo comparto en la fanpage de Facebook, que es interesante.
Un saludo!
Pues sí, efectivamente, una gozada de fin de semana, en todos los sentidos...Levé la maleta casi vacía y a la vuelta me costó horrores cerrarla de tanta cosa que traje!!!
Un saludo y gracias por pasarte!!!
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