jueves, 28 de febrero de 2013

The Dogs D’amour – Madrid 24/02/2013 (mi crónica del concierto)


A pesar de ser, desde principios de los 90, una de mis bandas de culto, nunca tuve hasta ahora la oportunidad de ver a The Dogs D’amour en directo. Y confieso que había perdido ya la fe en hacerlo, sobre todo vistos los tumbos dados por su líder Tyla en los últimos tiempos.
Así que, desde que se anunció el regreso de la formación clásica y su venida a España, he sentido una mezcla de ilusión y expectación, unida a cierto temor a que la banda no estuviera ya a la altura de su leyenda.
La fecha por fin llegó y el temor se disipó por completo nada más comenzar el concierto: definitivamente, los perros no habían venido a cubrir sin más el expediente, sino a disfrutar, entregarse a su público (fenomenal entrada, por cierto) y hacernos recordar la grandísima banda que un día fueron. De hecho, vi sorprendentemente bien al propio Tyla (quien más miedo me despertaba), elegante y carismático, como siempre, muy correcto de voz y, sobre todo, con muchas ganas de agradar al personal.
“Last Bandit” abrió el fuego de forma extraordinaria y, a partir de ahí, desgranaron un potente set list basado en los que creo son sus dos álbumes fetiche: In the Dynamite Jet Saloon (sonaron “Kid from Kensington”, “How Comes It Never Rains”, “Everything I Want”, “Heartbreak”, “Billy Two Rivers” o una fenomenal “Wait Until I’m Dead”) y Errol Flynn (no faltaron “Trail Of Tears”, “Satellite Kid”, “Errol Flynn” o la mítica “Drunk Like Me”).
Quizás eché de menos algún retazo más de su también fenomenal More Unchartered Heights Of Disgrace (sólo tocaron “What You Do”), aunque era éste un hecho previsible, al ser un álbum grabado en la época en que Jo Almeida estaba fuera de la banda. Y me sorprendió que tocaran “Get By”, de su última época (sonó muy potente) o que se atrevieran con un tema nuevo como “Flameboy” (éste me gustó menos, claramente un escalón por debajo del resto de su repertorio clásico).
Después de un bis de 4 canciones y 75 minutos de show que se me pasaron volando, se despidieron con “I Don’t Want You To Go” (¿cómo si no?), dejándonos con ganas de más.
Como sabéis, la reunión de la banda se anunció como algo sólo temporal, cuyo objeto era dar unos cuantos conciertos y obtener algunos fondos para ayudar a un amigo enfermo. Desconozco si hay algún ánimo de continuidad. Pero lo que tengo claro es que, visto lo visto, no me gustaría que la aventura terminase aquí. Creo que la fórmula sigue funcionando, la propuesta continúa sonando potente y la banda parece encontrarse con ganas. Ojalá ellos piensen lo mismo, decidan seguir adelante y podamos verlos pronto de nuevo encima de un escenario. Sería una extraordinaria señal.

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