martes, 17 de noviembre de 2015

Crónica de un triplete en Londres (Parte 1): Mötley Crüe + Alice Cooper (Viernes 6/11/15)


Cuando allá por el mes de junio tuve que claro que Mötley Crüe no traerían su “Final Tour” a España, comencé a plantearme otras alternativas para verlos fuera. Y, como de costumbre en los últimos años, Londres fue la agraciada con mi decisión. Primero, porque la ciudad en sí me atrae enormemente. Y, segundo, porque su gran variedad de actividades musicales casi a diario, siempre me permite añadir algún otro concierto al plan, para completar de la mejor forma la escapada. En esta ocasión, la diosa fortuna se puso de mi parte e hizo que tres shows de altísimo nivel (Mötley Crüe y Alice Cooper el viernes, Tedeschi Trucks Band el sábado y Tom Jones y Van Morrison el domingo) encajasen cual guante en mi agenda de fin de semana. Ésta es una breve crónica de lo vivido:

Noche 1, Viernes 6/11/15: Mötley Crüe + Alice Cooper (The SSE Arena Wembley, Londres)


Vi a Alice no hace muchos años en nuestro país, cuando trajo consigo su “Theatre of Death” y guardo un enorme recuerdo de ello. Por ese motivo, tenía ganas de volverle a meter mano, aun siendo como telonero. Pero, entre que llegué algo tarde al show, debido a algunos problemas logísticos, y que en esta ocasión, al no ser el artista principal, disponía de tiempo reducido (una hora), su actuación se me hizo enormemente corta. Aun así, disfruté de algunos de sus clásicos (“Poison”, “Feed My Frankenstein” o un enorme medley de “School's Out” y “Another Brick in the Wall”), me divertí con sus números circenses (el de la guillotina, que no falte), aluciné con Nita Strauss (la nueva guitar-hero que lleva en la banda) y tuve tiempo de volver a ver que quien tuvo, retuvo, paso previo a la salida al escenario de los reyes de la noche.


Crue fans are the best” decía el reverso de una camiseta que tuve hace cerca de 25 años. Aunque el tiempo ha pasado y quizás ya no estén entre mis grupos de cabecera como entonces, nunca dejaron de ser para mí un referente del hard-rock laquero y macarra y, por ello, me apetecía despedirlos antes de que el próximo 31 de diciembre (supuestamente) cierren el chiringuito y pasen a dedicarse a otra cosa.

Con un escenario dominado por la batería-montaña rusa que llevan en esta gira, salieron a escena dispuestos a noquear, con esos dos puñetazos en la cara que son “Girls, Girls, Girls” y “Wild Side”, adornados con pirotecnia, llamaradas de fuego y un par de bailarinas ligeras de ropa. Es decir: ni más ni menos que lo que uno espera cuando va a ver a Mötley Crüe.


Tras ellos, un repertorio de grandes éxitos cercano a lo previsto, con algunos momentos cumbre (“Shout at the Devil”, “Same Ol' Situation (S.O.S.)”, “Looks That Kill” o “Smokin' in the Boys' Room”), otros algo más flojos (“Mutherfucker of the Year”) y algún detalle de calidad de esos que no se olvidan (oírles hacer el “Anarchy in the U.K.” en Londres, no tiene precio) que nos llevaron al ecuador de show.

Hago balance mental y, hasta ese instante, la valoración es sumamente positiva: la garganta de Vince aguanta (sorprendentemente) bien. Los dedos de Mick demuestran que, a pesar de su enfermedad, sigue siendo un guitarrista magnífico e de inconfundible estilo. Nikki se mueve sin parar, con su habitual gran presencia escénica, siendo además el encargado de agradecer su apoyo a los fans, con un emotivo discurso. Y Tommy aporrea su batería como si no hubiera mañana.

Todo marcha según lo previsto, en el momento en que las luces se apagan y comienza a sonar una grabación con el Carmina Burana. Sospecho que no es sino la preparación del momento estelar circense de la noche. En la anterior gira fue una noria y, esta vez, está claro que se busca el más difícil todavía: Tommy Lee se dispone a realizar su solo de batería (musicalmente prescindible, por otra parte) sobre un armazón de hierro, con forma de montaña rusa, que llega hasta la mitad del recinto. Durante cerca de 10 minutos, la batería se desplaza, ida y vuelta, de principio a fin de la montaña rusa, mientras Tommy aporrea su instrumento, con la añadida dificultad de estar literalmente muchos metros por encima del suelo y, en ocasiones, incluso boca abajo.


Hay que decir que el momento está muy logrado y resulta sencillamente espectacular. Si bien, por poner un pero, me pregunto qué porcentaje del gasto total de producción del espectáculo ha ido destinado a esos simples 10 minutos y cuántos otros trucos se podrían haber realizado en su lugar, de haber sido mejor repartidos a lo largo del concierto. Pero, obviando este detalle, si lo que buscaba la banda era que la gente saliera del show hablando del solo de batería, está claro que el objetivo se encuentra claramente logrado.

Termina el turno de Tommy y comienza el de un Mick Mars que, durante otros 10 minutos, desgrana un solo de guitarra brillante y muy en su estilo, pero que, he de decir, se me hizo algo pesado y repetitivo. Así que agradecí la vuelta completa de la banda al escenario, atacando con un “Saints of Los Angeles” que me sonó algo menos potente de lo esperado.

A partir de ahí, recta final del show, con una terna de lujo (“Live Wire”, “Dr. Feelgood” y “Kickstart My Heart”) que, esa sí, sonó brutal. Dos brazos articulados laterales (similares a los que llevaban KISS en su última gira) comenzaron a moverse con Vince Neil subido en uno y Nikki Sixx en el otro, mientras la banda decía adiós a los fans entre más pirotecnia y llamaradas de fuego


La gente pedía más y, por supuesto, lo tuvimos. Los focos se encendieron de nuevo mientras los cuatro miembros se desplazaron a un pequeño escenario central, en el que habían colocado un piano. Tommy se sentó en él y comenzó a desgranar las primeras notas de un “Home Sweet Home” que sonó a gloria bendita, mientras las pantallas gigantes del recinto proyectaban imágenes de toda la carrera de la banda. Sin duda fue un momento mágico y emotivo, que puso el colofón a una brillante noche.

All bad things must come to an end” es el lema que Mötley Crüe han escogido para esta última gira. Y quién mejor que ellos para decidir si esto debe o no ser así. Pero, a mí, que queréis que os diga, amigos. Visto lo visto esta noche, me parece una auténtica pena…

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