Hay veces en que sale uno de un concierto con la sensación de que le acaba de pasar por encima una apisonadora y eso fue exactamente lo que ocurrió anoche. La banda, conducida de forma magistral por ese mito viviente llamado Lemmy Kilminster (como dije en un post anterior, cada vez me recuerda más a Clint Eastwood), perfectamente secundado por sus dos secuaces (mención especial el batería Mikkey Dee, tremendo todo el show), puso literalmente patas arriba la Riviera madrileña.
Desde inicio del concierto con el consabido anuncio de intenciones de Lemmy (“We’re Motorhead and we play Rock&Roll”) hasta el último minuto, no hubo un solo momento de tregua. La cosa iba transcurriendo bien, pero la traca final fue ya de quitarse el sombrero: “Going to Brazil”, “Killed by Death”, “Ace of Spades”, “Born to Raise Hell” y “Overkill” una detrás de otra. ¿Quién da más?
Se rumorea que este verano volverán a nuestro país, acompañando a Judas Priest en su gira de despedida. Estaremos encantados de volverlos a ver.
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