Los que me conocen saben de mi admiración por el Loco. Son ya 20 años los que llevo creciendo junto a su música y adentrándome en el conocimiento no sólo del artista, sino también del personaje. En este tiempo, he oído hasta rayar sus discos, leído artículos, biografías y libros de él y sobre él, visionado sus clips y documentales (enorme y tremendamente recomendable ese “Leyenda urbana”), asistido a multitud de sus “galas” e, incluso, tratado con él personalmente en varias ocasiones.
Por tanto, aunque lo intente, no puedo ser objetivo. Pero aún así, creo no equivocarme si digo que está en un momento artístico impresionante, quizás mejor que nunca.
Los años de bagaje le han ido enseñando a cantar, interpretar y dominar el escenario como nadie en este país. Y además se ha sabido rodear siempre de los mejores, pieza clave de su éxito. Desde sus inicios con Carlos Segarra o Sabino Méndez (quien, por cierto, tocará esta noche con la banda) a la actualidad con Jaime Stinus y, el que en estos momentos es el “guitar hero” español por excelencia, Igor Paskual.
Pero hay algo más. Algo que no se enseña ni se aprende. Algo con lo que se nace y que, o se tiene, o no se tiene: el carisma. Y de carisma, anda el Loco sobrado.
Desterrado de las radiofórmulas hace más de una década, controvertido y discutido. Siempre políticamente incorrecto. Amado y odiado a partes iguales. Y con una legión de fieles fans que le acompañan siempre allá donde vaya y que, como era de esperar, volverán a llenar La Riviera esta noche. Grande Loco, grande.
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